La traqueostomía es una intervención quirúrgica considerada como un procedimiento médico común, y que implica, en líneas generales, la realización de una abertura en la zona del cuello, en la tráquea, que permite al paciente poder respirar a través de la misma, en caso de que se vea imposibilitado de incorporar oxígeno y exhalar dióxido de carbono por las vías tradicionales.
Hay que destacar que una traqueostomía podría ser necesaria solo por un breve período de tiempo (temporal), pero algunas veces se podría necesitar durante el resto de la vida de una persona (permanente), considerándose normalmente un procedimiento “percutáneo”, lo que significa que se puede hacer sin necesidad de una cirugía abierta.
A diferencia de la traqueotomía, con la que suele confundirse por sus denominaciones similares, este proceso tiende a utilizarse en casos en los que el tratamiento demande plazos largos, ya que, interviniendo esa región sensible, se asegura la respiración durante todo el tiempo necesario.
La clave está en el uso de un pequeño tubo, llamado cánula, que es el que favorece la respiración. Éste se coloca justamente en la abertura creada, para evitar ahogamientos o faltas de oxígeno.
¿Por qué se realiza la traqueostomía?
La traqueostomía es la única solución posible en determinadas circunstancias, en las que el médico establece que debe optarse por ella para que una respiración dificultosa no amenace al paciente, siendo frecuente que aparezca como respuesta a insuficiencias respiratorias varias.
Pero hay otras realidades, aún más delicadas, en las que debe someterse a la persona a esta acción. Hablamos desde las obstrucciones producidas por tumores en la laringe, hasta la acumulación de líquidos en los pulmones debido a alguna enfermedad que afecte el sistema respiratorio.
La principal ventaja de este procedimiento es que es reversible por lo que, de eliminarse la causa que provoca la dificultad respiratoria, puede retirarse la cánula, cerrarse la abertura, y esperar una cicatrización lenta pero efectiva que no afecte al individuo, más allá de los cuidados iniciales.
Complicaciones de una traqueostomía
Evidentemente, la intervención supone ciertos riesgos para el paciente y no está exenta de potenciales dificultades que podrían deberse no sólo al propio caso clínico, sino además a la pericia del profesional de la salud que la ejecuta, que tiene que seguir una serie de protocolos médicos y cuidados aconsejados para el éxito de la operación.
Si algo no saliese como se espera, podríamos estar frente a una negligencia médica. En ese caso, es habitual que el paciente, o la familia de éste, emprendan acciones legales contra el médico a cargo del equipo que realizó la intervención, para que un Juez decida si existe o no negligencia médica, y cómo de previsible era que el cuadro se agravara o si se respetaron todos los protocolos establecidos.
Frente a cualquier daño que pudiera surgir de una equivocada actuación médica, debe contratarse inmediatamente un abogado experto en negligencias médicas, quien reunirá los indicios y las pruebas que demuestren si el profesional de la salud tiene alguna responsabilidad en el devenir de los acontecimientos, a fin de obtener una compensación económica que mejore las condiciones de vida del individuo afectado.