Negligencias médicas en la administración de corticoides para la maduración pulmonar fetal

La administración de corticoides para la maduración pulmonar fetal es uno de los procedimientos más críticos en obstetricia moderna. No solo representa una oportunidad para reducir complicaciones respiratorias en bebés prematuros, sino que, en muchos casos, puede ser determinante para su supervivencia. Sin embargo, precisamente porque su correcta utilización es tan decisiva, cualquier error en la indicación, dosificación o momento de administración puede acarrear graves consecuencias.

El tratamiento con corticoides prenatales tiene un objetivo claro: acelerar el desarrollo pulmonar fetal cuando existe un riesgo inminente de parto prematuro. Pero su eficacia no es automática. Depende de un conocimiento clínico profundo, de la correcta evaluación de cada caso y de la precisión en su aplicación. Administrarlos demasiado pronto, demasiado tarde o en circunstancias donde no están indicados puede, paradójicamente, aumentar los riesgos en lugar de mitigarlos.

El principal peligro no es solo la omisión del tratamiento cuando debería haberse administrado. También lo es su uso inapropiado. No todos los embarazos con signos de posible parto prematuro requieren corticoides, y un uso excesivo o injustificado puede acarrear complicaciones como infecciones, hipoglucemia neonatal o, a largo plazo, alteraciones en el desarrollo neurológico. La medicina basada en la evidencia ha delimitado con claridad las situaciones en las que este tratamiento está recomendado. Alejarse de esos estándares sin una justificación clínica sólida puede ser considerado negligencia médica.

Además, el momento exacto de la administración es fundamental. Existe una ventana óptima —generalmente entre 24 horas y 7 días antes del parto— en la que los corticoides ofrecen su máxima protección pulmonar. Superar este margen o anticiparse demasiado disminuye su eficacia de manera considerable. Y, en muchos casos, la mala praxis no consiste tanto en no administrar el tratamiento como en hacerlo fuera de ese intervalo crucial, perdiendo la oportunidad de generar un beneficio real para el recién nacido.

En este contexto, la falta de actualización profesional constituye otro riesgo grave. La evidencia científica sobre la administración de corticoides en prematuridad extrema o en embarazos tardíos ha evolucionado en los últimos años. Lo que antes era una práctica aceptada, hoy puede ser motivo de revisión crítica. Utilizar protocolos obsoletos, repetir ciclos innecesarios o ignorar contraindicaciones específicas son formas sutiles, pero peligrosas, de negligencia médica.

También debe considerarse el papel de la coordinación asistencial. Cuando un embarazo de alto riesgo es atendido en distintos niveles de atención —por ejemplo, en un hospital comarcal y, posteriormente, en un centro de referencia— la información sobre la administración de corticoides debe ser trasladada de manera precisa y completa. La pérdida de datos o una comunicación deficiente entre profesionales pueden terminar afectando la efectividad del tratamiento y exponiendo al feto a riesgos evitables.

Por otro lado, la omisión de información a la gestante puede ser constitutivo de una negligencia que, aunque menos visible, es igualmente importante. No se puede reducir la administración de corticoides a un acto técnico. Es indispensable informar de manera clara sobre los beneficios esperados, los posibles riesgos y las alternativas disponibles. No respetar este derecho de información vulnera la autonomía de la paciente y puede agravar las consecuencias legales en caso de un desenlace adverso.

Las negligencias en este ámbito no siempre tienen consecuencias inmediatas ni evidentes. El daño puede no manifestarse en el parto, sino tiempo después: dificultades respiratorias crónicas, alteraciones del neurodesarrollo, complicaciones metabólicas. La complejidad de estos efectos hace que su detección y su vinculación con una mala praxis médica requieran un análisis exhaustivo de toda la cadena de decisiones clínicas.

 

La administración correcta de fármacos de maduración pulmonar fetal no admite improvisaciones. Exige precisión diagnóstica, conocimiento actualizado, sensibilidad en la toma de decisiones y un escrupuloso respeto por los tiempos biológicos. No se trata simplemente de aplicar protocolos de forma mecánica, sino de comprender profundamente el riesgo que se intenta prevenir y actuar en consecuencia, sin margen para el error evitable.

Cuando un profesional falla en este proceso —por acción o por omisión— no solo compromete la salud inmediata del recién nacido, sino también su futuro. Porque en obstetricia, cada minuto cuenta, cada decisión pesa y cada negligencia deja una huella que no siempre puede borrarse.

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