Sabemos que los errores cometidos durante el parto pueden llegar a afectar tanto a la madre como al bebé; este es, sin duda, especialmente vulnerable a cualquier error médico.
En esta entrada vamos a tratar de explicar qué consecuencias tiene forzar un parto vaginal y qué hacer para que todo salga como esperado.
Lo más importante en estos casos, es determinar qué profesional será el encargado de realizar la maniobra ya que se trata de un procedimiento muy delicado y bastante complejo.
¿En qué casos va a ser necesario forzar un parto vaginal?
Esta práctica consiste en estimular y provocar contracciones uterinas durante el embarazo, para adelantarse a los hechos y favorecer el parto vaginal.
Las razones por las que se considera necesario inducir un parto vaginal pueden ser muchas, aunque, en la gran mayoría de los casos, se realizará este procedimiento si realmente existe algún riesgo para la salud de la madre o la del bebé.
Vamos a ver algunos ejemplos:
- Si pasan dos semanas desde la fecha probable del parto;
- Si la paciente rompe aguas, pero no hay señales de que el trabajo del parto haya comenzado;
- En caso de detectar algún tipo de infección uterina;
- Si el bebé no está desarrollándose como debería;
- Si la madre tiene diabetes o presión arterial alta.
¿Se puede esperar a que el trabajo de parto comience de forma natural?
El cuello del útero está preparado para empezar a trabajar de forma natural y eficaz. Sin embargo, si la salud de la madre y del bebé están en riesgo el facultativo puede preferir inducir el parto antes que esperar.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que forzar el parto vaginal conlleva riesgos, como pueden ser:
- Frecuencia cardíaca baja;
- Infecciones;
- Rotura uterina;
- Sangrado excesivo después del parto.
Debido a esto, el personal sanitario tiene la obligación de informar el paciente sobre los posibles riesgos a través del consentimiento informado conforme a la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente.
Cómo hemos referido la inducción no deja de ser una actuación con riesgos asociados, por ello el personal sanitario, tanto matronas como ginecología y obstetricia, deben estar preparados por si en el transcurso de la misma, se presentan riesgos, complicaciones o si existe un fracaso de la inducción que obligue a tomar medidas urgentes como realizar una cesárea.
Las negligencias médicas ocasionadas por el parto forzoso en las que hemos trabajado suelen deberse a una actuación errónea o a un mal uso de instrumental médico (forceps, ventosa) o por la no realización de una cesárea urgente. Si, debido a una mala praxis médica, la madre o el bebé sufren daños o lesiones durante el parto, tienen derecho a reclamar por negligencia médica.